Soy Alberto Rojo, propietario de Armería Alberto y responsable del equipo. Para los trabajadores de la armería la caza es nuestra afición principal. Te invito a conocer mi historia.
Mi andadura en el mundo de la caza y las armas se remonta a mi niñez, soy y vivo en un pueblo de la provincia de Zaragoza, donde la caza se vive de una forma muy especial. Provengo de una familia de cazadores y he vivido desde niño el ambiente de caza en mi casa. De pequeño acompañaba a mi padre en sus jornadas de caza pero fue en el año 1977, a partir de los 8 años de edad, cuando me inicié en el mundo de la caza. Fue mi padre quien, pese a la discrepancia de mi madre, me regaló mi primera escopeta de aire comprimido. Tenía sólo 8 años de edad y como es obvio no podía ni tan siquiera cargarla, necesitaba que algún adulto me la cargara para poder disparar. Fue pasando el tiempo y empecé a familiarizarme cada día más con la caza y todo lo que rodeaba a esta, vivía fuera del ámbito rural a 3 kilómetros de distancia de la población y estaba constantemente en el campo, cazando con mi escopeta de aire comprimido. Cuando no tenía algún adulto conmigo para cargar la escopeta, utilizaba el suelo como elemento de palanca o dos ramas de árbol relativamente juntas.
Fue pasando el tiempo y fui creciendo, empecé a acompañar a mi padre en todas sus salidas de caza, sábados y domingos, no me perdía un día. Allá por el año 1982, empecé a usar la escopeta de caza del calibre 12, concretamente una yuxtapuesta marca Zabala, escopeta que aún conservo ya que fue el arma de caza tradicional de mi padre hasta que le regalaron (mi abuelo) una semiautomática.
Con 14 años y fruto de que vivía alejado de la población, cuando no estaba cazando estaba desmontando las armas que había en casa. Recuerdo que eran una escopeta yuxtapuesta Aya de cañón corto ideal para el conejo, una yuxtapuesta Arizaga con cañón largo ideal para caza al paso expulsora, una yuxtapuesta Zabala (mi primera escopeta de caza), una semiautomática Franchi y, como no, mi vieja escopeta de aire comprimido. Ya por entonces estaba suscrito a todas las publicaciones de caza que había en ese momento. Recuerdo que la que más me gustaba y más afondo seguía era la revista Caza y Pesca. ¡Que locura! Hubo un momento en que hasta mis padres me decían si no quería salir con mis amigos, que ya había bastante de leer caza, armas, estar cazando, etc.
Fue a partir del año 1987, con 18 años, cuando mis padres me regalaron mi primer rifle y empecé mi andadura en la caza mayor y las armas largas rayadas. Recuerdo que era un FN Browning calibre 270 Win y como éste no iba a ser una excepción, también me dediqué a desmontarlo, analizar todos sus mecanismos internos, cuál era su funcionamiento, etc. Por aquel entonces tuve la fortuna de poder formar parte de una de las mejores cuadrillas de caza mayor de la zona, y digo esto porque en ella había grandes cazadores que supieron ilustrarme en el mundo de la caza mayor y aprender todos sus trucos y entresijos. Recuerdo entre estos a Andrés Sanjuán, Pedro Almansa, Cesáreo Aguilar, Miguel Aguilar y Esteban Rodes. Posteriormente y con el pasar de los años, llegó la segunda hornada de la cual formé parte, y aparte de los citados, se encontraban David Almansa y Carlos Sanjuán. Debo reconocer que tener la fortuna de cazar con un grupo así no solo te hace aprender mucho, sino que además te exige mucha entrega por tu parte. Son gente de campo que saben leer sobre el terreno y saben interpretar todo, absolutamente todo: la meteorología, las querencias de la caza, su comportamiento…
Después del FN Browning llego un Tikka, a este le siguió un Sako, un mannlicher, un Blaser R-93 otro Mannlicher, un BRNO, otro Sako… ¡Que locura con las armas y la caza! Que hartón de desmontar armas, analizar mecanismos, realizar ajustes, cambiar visores, probar de noche con cuál se ve más y mejor, etc.
Allá por al año 1993 y como el desmontaje y reparación de las armas ya parecía dominado, empiezo a profundizar a fondo el tema de las reparaciones, los primeros pavones y trabajos custom. Recuerdo que la primera arma que pavoné fue un viejo Winchester 30-30 Win. Luego siguieron armas cortas, rifles, escopetas, etc. Empecé a hacer variaciones con la formulación de componentes para pavonar hasta encontrar la fórmula que mejores resultados me dio.
Pirineo Aragones en Torla-Ordesa, octubre de 2004
Mi vida estaba cada vez más vinculada a la caza y el tiro. En el año 1998 empecé con mis primeros platos y mis primeras andaduras con escopetas de tiro. Llegué a un punto en el que mi vida giraba en torno a Caza y Tiro, Campo y Reparación, apasionándome esta última por encima del resto. Ya reparaba y customizaba armas de forma regular constantemente y cada vez eran más los amigos que me pasaban sus equipos para montarlos, repararlos, ponerlos a tiro... Fue por aquel entonces cuando varios amigos me recomendaron de forma encarecida que debería pensar, dados mis conocimientos y habilidades, en dedicarme como medio de vida a este sector que tanto me apasiona.
Finalmente, fue en el año 2012 cuando ya decidí abrir la armería y dedicarme profesionalmente a esta actividad. Lógicamente lo primero que hice fue rodearme de un equipo joven pero altamente cualificado, cazadores y tiradores. Personas que sienten la caza y el tiro desde el interior, personas que como yo, están siempre que pueden en contacto con armas, óptica, municiones, calzado… y como no, en el campo aprendiendo.
Recuerdo que, al poco de abrir, un gran cliente y persona me dijo: “Alberto, el valor diferencial vuestro son los conocimientos que tenéis sobre todo el material (armas, óptica, municiones, textil…), vuestras manos en el taller y todas las pruebas balísticas que realizáis en caza y en tiro”. Este es un consejo que nunca olvidaré.
Para finalizar, quisiera hacer mención especial hacia la persona que desde niño supo inculcarme y transmitirme los verdaderos valores que encierra la caza, me enseño todo, me acompaño, se preocupo de que cada dia aprendiera algo nuevo, etc… Me hizo como cazador y como persona, hoy lamentablemente ya no esta conmigo, pero no hay dia en el que no me acuerde de él y de las jornadas cinegéticas vividas a su lado. Gracias papa!!
En Armería Alberto entendemos que apretar tornillos es una cosa y hacer un montaje correcto que nos garantice el baleo a larga distancia es otra muy distinta, más si pretendemos que dure y no se mueva. Que centrar un rifle requiere primero colimar en el taller para aproximar y después centrar en campo de tiro con fuego real, por eso ningún arma se entrega centrada sin haber realizado las oportunas pruebas de disparo y probamos qué munición hace que un rifle balee mejor que con otra.
Nuestras reparaciones tienen garantía, al igual que las armas que vendemos de ocasión. Cuando vendemos un arma nueva, si esta tuviera algún defecto de fabricación cubrimos nosotros la garantía sin tener que enviarla al importador, acortando así los plazos de entrega. De todas formas, disponemos de armas y óptica de sustitución para nuestros clientes en caso de que una avería se vaya a demorar más de la cuenta.
Por último, queríamos resaltar que de poco sirve una pequeña diferencia de ahorro en la compra de un equipo (arma u óptica) si después no nos lo van a saber montar correctamente, o no van a saber darnos un servicio técnico correcto en caso de avería o rotura. Recordamos que nuestros equipos se “van de tiro” o se estropean cuando más los necesitamos, nunca estando en el armero. Por eso recomendamos encarecidamente que es más importante buscar una armería que nos asista correctamente después de la venta, ante una que solo pueda ofrecernos precio y nada mas.